• Reflexiones

    Seamos Más Humanos y Menos Indiferentes

    Una noche de enero mientras trabajaba en un restaurant de Manhattan, miré hacia afuera y vi cómo un hombre de unos 40 años vestido de traje intentaba desesperadamente mantenerse en pie, mientras sostenía en una mano su celular para tratar de hacer una llamada o pedir un Uber probablemente.

    Sentí que algo no estaba bien con él, que no estaba simplemente ebrio, ya que su forma de moverse, sus repetidas caídas al suelo y más que nada su incapacidad de mantenerse parado por un segundo incluso apoyándose sobre un buzón me hicieron pensar que quizás le habían puesto algo en su trago en el lugar de donde venía.

    Le hablé a mis colegas. Tres salieron y uno de ellos entró de inmediato alegando que no era nuestra responsabilidad y que era mejor no ayudar, pues si alguien veía que una persona en ese estado estaba con nosotros el restaurant podía tener problemas.
    Sí, así tal cual, “mejor no ayudar aunque uno quiera” fueron sus palabras. Claramente no había una pizca de humanidad ahí.

    Los otros dos intentaron por cerca de dos minutos conseguirle un taxi, pero de los 6 que pasaron, ninguno se detuvo, al contrario, aceleraron al ver al hombre y escaparon de la situación.

    Dejando al sujeto en la calle, justo fuera de la ventana frente a mí, mis dos colegas entraron y volvieron a sus labores, señalando que más no podían hacer, que no era nuestra responsabilidad y mencionando que extrañamente el tipo no parecía ebrio ya que podía hablar perfectamente y no tenía olor a alcohol.
    Por cerca de 4 minutos vi cómo esta persona seguía igual, celular en una mano y utilizando la otra para sujetarse de cualquier señal de tránsito, parquímetro, basurero o buzón, pero incapaz de estar quieto siquiera por dos segundos sin caer al suelo.

    Me di cuenta que ninguno de mis colegas o los 4 clientes que teníamos en ese momento estaba interesado en ayudar, y la situación me tenía más que intranquila. Tomé mi abrigo y salí:
    – Hey sir are you ok?
    – No
    – I know you’re not, but I mean, I don’t think you are drunk. What’s going on?
    – I’m injured. My ankle.
    – Stay there, don’t try to stand up again.

    Al acercarme el sujeto trataba de apoyarse sobre los cubos de reciclaje, cayendo nuevamente, pero esta vez de espaldas. Ahí quedó tumbado y le sugerí que no intentara pararse ya que no era capaz. Le ofrecí llamar a una ambulancia ya que dijo estar herido, sin embargo rechazó la idea y me dijo que sólo necesitaba llegar a su hotel en el 75 de Wall Street, a unas 5 cuadras de donde estábamos.

    En ese momento se acerca otro sujeto, un afroamericano de unos 35 años, quien me preguntó qué pasaba y se quedó para ayudar también. Intentamos con 3 taxis, a cuyos choferes expliqué toda la situación desde lo que yo había visto, y todos dijeron no y se fueron.
    Una pareja de colombianos que iban camino a su hotel en la misma cuadra vieron el panorama y se acercaron a preguntar qué había pasado y a ofrecer ayuda. La mujer se agachó a hablar con él, y entre todos coincidimos en que había que llamar una ambulancia.
    – How do I call an ambulance? Call 911?

    Llamé al 911 y lo primero que me preguntaron fue “Are you in trouble?” (“Está usted en problemas?”). Respondí que no y expliqué la situación por 4ta vez. Tras pedirme la dirección, indicaciones para llegar y mi celular, me dijeron que enviarían a la ambulancia más cercana y que me quedara ahí hasta que ésta llegara.

    Mientras los 5 presentes esperábamos, pudimos conversar un poco y supimos que el sujeto venía de una fiesta, y él mismo dijo que sí había bebido un poco pero no hasta embriagarse, y que no sabía qué le había sucedido. Sólo nos dio las gracias por ayudarlo y pidió disculpas reiteradamente por su estado.

    La pareja de colombianos vieron que efectivamente tenía el hueso del tobillo fuera de su lugar, e hicieron hincapié en la sobriedad etílica del sujeto, pero a la vez en su incapacidad para abrir los ojos.

    A los 14 minutos llegó la ambulancia del 911 y tras estacionarse dos paramédicos se bajaron. Ahí nos despedimos los cuatro que asistimos al sujeto y dejamos al hombre al cuidado de los paramédicos.

    Broadstone – restaurant donde trabajé en Manhattan

    Crucé la calle, volví a ordenar mis cosas ya que mi turno había terminado cuando decidí salir a hacer, simplemente, LO QUE HABÍA QUE HACER, y vi desde mi puesto al sujeto ingresando en la camilla con las piernas acomodadas y el tobillo sobre un tipo de espuma para amortiguar la lesión que tenía.

    Comparto esto porque siento que es importante hacer ver que no todo es tan simple como puede verse, por ejemplo, que este tipo estaba ultra borracho y por ende era su responsabilidad hacerse cargo de si mismo.

    Yo no vi eso en el momento en que lo divisé, y aunque hubiese sido así, igualmente es una persona que en ese instante necesitaba ayuda ya que por sí sólo jamás hubiese llegado a su hotel, se hubiese empeorado su lesión, habría tenido otra nueva con los múltiples costalazos que se dió contra el asfalto, o hubiese quedado en el suelo tirado por minutos o quizás horas hasta que otra persona hubiese hecho lo mismo que yo. Congelándose por mientras.

    La reflexión personal que hago, primero, es que no entiendo el no-actuar de mis colegas, incluso cuando se dieron cuenta que no estaba simplemente borracho. Sólo no quisieron ayudar para no involucrarse en la situación.

    La segunda, es que todos podemos estar en algún momento en un escenario como ese mismo o necesitando ayuda ya sea porque nos accidentamos, alguien nos drogó o por irresponsabilidad terminamos tomando más de lo debido, y resulta que estábamos sin amigos, en otra ciudad u otro país.

    A TODOS NOS PUEDE PASAR ALGO ASÍ, y si es así, te gustaría que alguien te ayudara y llamara a tus amigos, familia, ambulancia, policía, etc. No que te dejaran botado en la calle como si no fueses una persona, arriesgando que la próxima que te vea no sea indiferente, si no que se aproveche de tu estado para robarte o quizás qué.

    SEAMOS INDIVIDUOS MÁS HUMANOS Y MENOS INDIVIDUALISTAS

  • Viajes

    Mi Estadía En New York

    ¡Hola a todos!

    ¡Muchas gracias a quienes se dieron el tiempo de leer mi primer post y comentar! Su interés hace que mi motivación por escribir sea mayor.

    El mismo día que teníamos el vuelo de regreso a Chile con mi papá (2 de diciembre), 1 hora antes de salir al aeropuerto, fue que decidí perder el pasaje y quedarme, así que lo ayudé a empacar todas sus cosas y fui a dejarlo al JFK, al otro lado de New York. Las 2 horas de trayecto entre el departamento donde vivía mi hermana en New Jersey y el aeropuerto estuvieron cargadas de emociones y creo que lloré todo el viaje, principalmente porque como mencioné antes, los primeros días allá entre mi hermana, mi papá y yo fueron muy intensos pues los 3 tenemos personalidades fuertes y explotamos en discusiones, lo que me tenía en un estado algo vulnerable. Tristeza por tener que despedirme de mi papá sabiendo que no lo vería en un largo tiempo (quizás cuánto más me pregunto ahora); algo de preocupación por cómo sería la convivencia con mi hermana cuando ella llegara de España (durante nuestra visita viajó por 2 semanas), y un poco de nostalgia al sentirme no sé, ‘pequeña’ y sola en nada menos que New York, ‘la capital del mundo’ dicen.

    Mi Estadía En New York
    Con mi papá en el memorial del 9/11

    Ya en el aeropuerto con mi papá nos despedimos múltiples veces y nos abrazamos unas cuantas más, y la verdad es que sólo recordar ese momento hace que las lagrimas nublen mi miope vista mientras escribo. Sola y de regreso en el Air Train, en el metro y luego en el bus de Manhattan a New Jersey, el sentimiento de la nueva aventura me invadió. Se habían acabado las vacaciones y ahora había que empezar a moverse de verdad, pues los días anteriores igual había estado revisando portales de trabajo y enviando curriculum para ofertas como mesera en restaurantes o en la cocina. Yo creo que envié alrededor de 60 mails en una semana (menos del 5% respondieron jaja), y en mis primeros días sola fui a 3 entrevistas en Manhattan para trabajar como anfitriona o hostess en distintos locales. Una fue en el Café Bocado, ubicado en el Upper East Side al lado de la estación 86th con Lexington Ave, donde me llamaron de nuevo para trabajar la tarde-noche del viernes como día de prueba. La verdad nunca supe porqué no me llamaron para trabajar nuevamente si el gerente me felicitó por mi trabajo jaja supongo que por no contar con la visa adecuada.

    Central Park

     

    Eso fue el viernes 8 de diciembre. La noche del día siguiente fue la primera nevada del invierno, y el domingo 10 de diciembre, el día de mi cumpleaños número 27, todo el estado de Nueva York amaneció bajo un delicado manto blanco. Muy emocionada por ambos eventos preparé la cámara que había comprado días antes (Canon EOS 6t) y partí hacia el Central Park, el que había conocido días antes con una paleta de colores completamente distinta. Ahora todo estaba cubierto de nieve y, por supuesto, muchos neoyorquinos y turistas estaban ahí también para disfrutar de la ocasión y de las postales que la mayoría hemos vistos a través de películas o series.

     

     

    Estuve ahí un par de horas tomando fotos con mi cámara, con las de otros y también con celulares ajenos, y luego de un rato me di cuenta que al estar sola/o en un lugar atractivo con una cámara relativamente profesional te conviertes en blanco instantáneo para que te pregunten “¿nos puedes tomar una foto?”. Por suerte a un grupo de argentinos que andaban de paso por la ciudad les pedí el favor de vuelta y logré capturar uno de los muchos momentos de ese especial día: mi primer cumpleaños en otro país, mi primer cumpleaños que pasaría ‘sola’ (con sola me refiero a sin amigos o familiares y bajo ningún punto de vista tiene una connotación negativa) y recibiendo un año más de vida con un nuevo comienzo, literalmente un cambio de vida y de ciclo. Ahora reflexiono sobre eso y pienso ¡Qué suerte la mía!

    Con los pies congelados de tanto caminar por un nevado Central Park me dirigí al Museo de Historia Natural, que queda en frente del parque por el costado oriente, para calentarme un poco y disfrutar de sus exhibiciones antes del cierre a las 5 pm. Yo no puse mucha atención cuando vi la película ‘Una Noche en el Museo’ así que no puedo hacer comparaciones, pero sí puedo decir que el lugar es increíble por todo lo que ves y aprendes. Realmente es muy interesante si te gusta la historia, astronomía y antropología, y un día no es suficiente para verlo entero, pues terminas con cansancio mental de tanta información después de un par de horas. Al menos eso me pasó a mí ahí y en el MET (Metropolitan Museum of Arts), pues soy del tipo de personas que lee absolutamente todo con cada paso que avanza (information junkie), y eso agota.

    T-Rex / Museo de Historia Natural de New York

     

    Logrado el objetivo térmico salí de nuevo a un Manhattan ya de noche (a las 4:45 pm oscurece en invierno) y bajé por Central Park West hasta el Midtown en busca de algún bar agradable donde celebrar mi cumpleaños con una cerveza, misión algo difícil pues alrededor de Times Square se encuentran todas las tiendas, y semanas antes de la navidad la cantidad de gente en las calles comprando los regalos es impresionante. No exagero al decir que en ciertas cuadras avanzas un metro por segundo de tantas personas en las veredas, especialmente en la popular 5th Avenue. Por ende, todos los bares a los que entré entre la 57th St. y la 40 y algo estaban repletos de personas disfrutando su domingo. O si había espacio en la barra el ruido no era ameno para mí.

     

    No es la mejor foto pero muestra la cantidad de gente en la 5ta Avenida

     

    Finalmente tras caminar muchas cuadras y tomar varias fotografías en el intertanto, en la 43rd St. entre las avenidas 7ma y 8va vi el cartel de Eamonn’s, un bar irlandés que llamó mi atención por eso, por ser irlandés, ya que no es secreto que los irlandeses son buenos en asuntos de alcohol y pasarlo bien. Tenía bastante espacio en la barra para mí y al bartender lo suficientemente disponible para conversar, lo que hacía la combinación perfecta para lo que quería en ese momento. Al rato conocí al manager o administrador del bar, Tony, a quien le conté que llevaba dos semanas en New York y había decidido quedarme, por lo que estaba buscando trabajo. Me comentó que él no estaba contratando a nadie por el momento, pero que un amigo suyo, manager de otro bar de los mismos dueños, estaba buscando una anfitriona. Por supuesto yo tenía un par de copias de mi curriculum en mi mochila, así que de inmediato le tomó fotos y se las envió a Rob, quien me escribió al día siguiente preguntándome si podía ir a trabajar el martes en la tarde como prueba.

     

    El martes empecé a trabajar a las 5 pm, y por suerte me tocó un día tranquilo como primera vez. Luego me daría cuenta que durante la hora de almuerzo y el happy hour la gente no paraba de entrar ni por un minuto, al menos durante la semana. ¿La razón? Además de servir una deliciosa carta fusión irish-americana, el bar está ubicado en pleno Financial District, a dos cuadras de la bolsa de valores de New York (New York Stock Exchange) y de la mundialmente famosa estatua del Toro de Wall Street, creada por Arturo Di Modica y donada a la ciudad de Nueva York en diciembre de 1989.

     

    Broadstone un día domingo

    Durante la tarde, Jake, el otro manager del bar, me preguntó si podía trabajar el resto de la semana hasta el viernes, lo que significaba que había pasado la prueba. Si bien el trabajo no tenía una gran dificultad en sí una vez aprendido, trabajar en otro idioma no es tan sencillo al comienzo, pues es completamente distinto conversar de manera casual y relajada donde te pueden explicar las palabras que no conoces, a que estar en un escenario laboral nuevo, con algo de nervios, escuchando distintos acentos (New York junto a Londres son las ciudades más cosmopolitas del mundo) y con gente apilándose en la entrada buscando una mesa o un espacio en la barra.

    Trabajando el 31 de diciembre

    Ahí trabajé desde mediados de diciembre hasta el 11 de febrero, un día antes de volar a Inglaterra. Nuevamente creo que tuve mucha suerte pues encontrar trabajo en otro país no es fácil, y a mi se me dio rápido y encima llegué a un excelente lugar, donde el trato a los empleados y a los clientes era inmejorable, hice varios amigos y además, cada día era un agrado trabajar ahí. Me sentí súper acogida por mis dos jefes, y ambos me dejaron ‘las puertas abiertas’ como decimos en Chile cuando regresara a Nueva York y necesitara trabajo.

    BroadStone Team!

    Escribo esto desde Edimburgo, Escocia, y ¡todavía me queda tanto por contar de lo que ha pasado entremedio! Los lugares que conocí en New York, los 5 días que estuve en Manchester y las tres semanas que trabajé como voluntaria en el Centro de Meditación Budista Manjushri en el norte de Inglaterra.. Sólo cosas buenas, experiencias y personas que no voy a olvidar.

    Me despido pues debo salir a conocer esta mágica y antiquísima ciudad. Si tienen algún comentario o pregunta escríbanla abajo. Agradezco cualquier feedback y si les gusta, un compartir sería increíble.